Te quiero tanto, que cuando dejemos de existir, te seguiré queriendo

Hola peques,

Ni sé la cantidad de intentos que llevo para empezar un blog en condiciones. Siempre he tenido claro que me gustaría dedicarlo a que me conozcáis un poco mejor. Supongo que buscamos mejorar la especie y superar alguna de las limitaciones que tenemos. Muchas veces me he preguntado quienes eran esos señores, mis padres, que tengo delante. De lo poco que me acuerdo de cuando era pequeño no soy capaz de formarme una idea de lo que vivieron. De hecho no son pocas las ocasiones en las que tras compartir las típicas historias familiares del pasado, soy consciente de la capacidad que tenemos cuando somos pequeños para deformar la realidad. Solo unos ojos de niños son capaces de inmortalizar cualquier momento del pasado y deformarlo de tal manera que lo blanco es negro y lo negro es blanco.

Conocí a mis padres cuando rondaban la veintena. En aquella época sólo era capaz de mearme y cargarme encima y de vez en cuando soltar un bua o un grrr a destiempo. Así poco a poco fue pasando el tiempo y asistí al proceso natural de envejecimiento de mis padres que lo único que buscaban era ofrecer a sus hijos lo mejor. En mi caso no es diferente. Desde que llegastéis al mundo no he hecho otra cosa que tratar de ayudaros a integraros en este mundo. Han pasado los años, casi 11, desde que Luna vino a revolver y poner patas arriba mi vida. Desde entonces las cosas han cambiado. Una década. ¡Ufff! así pensado da vértigo, pero en realidad parece que fue ayer cuando jugaba contigo y dábamos paseos por los montes del Condado de Treviño. Después llegaste tú: Laia. Y ya son …, ¿Cuántos? Sieteeeee, ¡¡¡juer!!! pero si no hace unos días que tenía que ayudarte a caminar y darte la papilla. Gracias a vosotras soy capaz de saber que el tiempo sigue adelante y que por mucho que me empeñe, voy ya camino de los 50 🙂 Y para tener una guinda al pastel y sin demasiadas reflexiones, ¡ta ta ta chan!, llegaste tú, Izei, hace casi un año. Menos mal que al final el Universo quiso desoir nuestras réplicas y en vez de una anhelada chica, vino a traernos un precioso varon :-p A tu madre no le hizo tanta gracia, fue un momento muy duro de su embarazo, pero en el fondo para mi supuso un bocanada de aire fresco. Ahora contando con Paine, el perro, estamos en situación de igualdad; 3-3

Para cerrar esta primera entrada, casi 11 años me ha costado escribirla, os contaré la lección más importante que he aprendido en este tiempo: ser padre, ser un buen padre, consiste en ser auténtico. Da igual las veces que aciertes o te equivoques, da igual la cantidad de momentos alegres o tristes que seamos capaces de vivir, da igual lo que seas capaz de decir o callar, lo importante es que hagas lo que hagas, lo lleves a cabo desde lo más profundo de tu corazón. Con vuestra llegada al mundo he sido consciente del valor que tiene el amor en las relaciones personales. Me habéis ayudado a ser mejor persona y a creer otra vez en que el mundo es un lugar maravilloso si te rodeas de personas a las que quieres. Ayer mismo asistí a uno de esos momentos especiales que sólo un pequeño ser que te ama es capaz de ofrecerte. Momento vamos a dormir. Iba a cantar mi famoso éxito ‘a lo lo a lo lo’ para ayudaros a conciliar el sueño cuando Laia me dijo; ‘Aita no sabes cuánto te quiero. Te quiero tanto, que cuando dejemos de existir, te seguiré queriendo’. Cariño, el día que seas capaz de valorar estas palabras, serás consciente de que con muy poco, sois capaces de darme mucho. Ayer fuiste tú, Laia. Han sido tantas ocasiones en las que me habéis hecho sentir amado de verdad, que sólo puedo empezar el blog con un ¡GRACIAS por dejarme ser vuestro padre!¡Os quiero!

 

Esta entrada fue publicada en 24 octubre, 2013. Añadir a marcadores el enlace permanente.